L
os servidores intelectuales del siste
m
a están tratando de reescribir la historia de tal
m
anera que
,
en ella, la lucha de clases no juegue el importante papel que le atribuye el marxismo. Preten-
den reinterpretar el funcionamiento social sin la intervención, incluso sin mención alguna, de
la realidad de clase y la estructura de clases de la sociedad. Según la propagada ideológica
por esos señores, bien pagados por el sistema, el Estado es neutral y está por encima de
todos los entes sociales, la ley es elaboración de todos para su aplicación por parte de todos,
la democracia es el sistema dentro del cual todos tienen los mismos derechos...
Mientras tanto, ni una sola palabra sobre los privilegios económicos de unas clases sobre
otras. La propia expresión “clase social” apenas es mencionada en los medios de
comunicación, y menos aún el término “lucha de clases”. Si se trata de las fuerzas opuestas:
comunismo y capitalismo, preferiblemente en esos ámbitos ambas palabras se reemplazan
por las dos siguientes: “totalitarismo” y “democracia”; y así el contenido de clase implícito en
las palabras “comunismo” y “capitalismo” desaparece y es ignorado. Así, el comunismo se
define (con el fin de desacreditarlo) según una sola de sus características, el totalitarismo,
que no le es esencial, sino sólo accidental como resultado de las circunstancias históricas y
geográficas de las revoluciones victoriosas. Mientras tanto, el capitalismo, en el que no han
faltado ni faltan regímenes totalitarios, se define (a efectos de elogio) por una abstracción:
democracia, que no tiene una feliz concreción en ningún rincón del mundo capitalista.
P
ero he aquí que ese exiliado
,
la lucha de clases
,
que ade
m
ás no existe (según la doctrina de
esos señores), se presenta ahora tozuda y obscenamente, ante nuestros ojos en el conflicto
político que surgió en Rusia. Este artículo fue escrito durante los días en que en Moscú el
Parlamento, cancelado según el decreto ilegal del presidente Yeltsin, resiste contra tal
injusticia. Independientemente de cómo se desarrolle finalmente esta cuestión, ahora ha
surgido una situación interesante que quiero abordar para mostrar cómo se posicionan todos
los involucrados en este conflicto (tanto los partidarios de Yeltsin como los simpatizantes del
Parlamento). de acuerdo con las exigencias de la respectiva conciencia de clase, del interés
de clase, en una palabra, de esa existencia de lucha de clases que se intentaba negar.
Q
uienes enjuician esta
m
ateria no sentencian fría
m
ente
,
según el interés neutral de la abstracción
“de
m
ocracia
”. T
odos
,
tanto nosotros co
m
o nuestros enemigos, nos posicionamos apasionada-
mente según el sentimiento correspondiente y según las exigencias de los respectivos
intereses de clase. El edificio del parlamento y los parlamentarios ahora asediados por las
fuerzas policiales, por orden de Yeltsin, son los mismos que, hace poco más de dos años,
fueron asediados por las fuerzas militares golpistas a favor de la restauración del poder
comunista soviético. En aquella ocasión, Yeltsin movilizó a una multitud considerablemente
numerosa a favor de ese Parlamento, que se opuso a la acción de los golpistas, y finalmente
logró abortar su intención
. S
egún la doctrina oficial del capitalismo -¡perdón!, de la de
m
ocracia
-,
aquella valiente multitud se movilizó a favor de la democracia. Sin embargo, hoy, cuando la
misma democracia exige la defensa del mismo Parlamento contra otro tipo de golpistas, esa
multitud permanece cómodamente en casa, y parte de ella incluso se manifestó en apoyo al
actual golpista
Y
eltsin
. S
i la democracia fuera la verdadera
m
otivación
,
ellos y
Y
eltsin estarían siendo
m
uy incoherentes
. S
in e
m
bargo nosotros
,
los
m
arxistas
,
sabe
m
os que son
m
uy coherentes
,
que
tanto en agosto de
1991
co
m
o en septiembre de
1993
estas capas de la población rusa actuaron
y actúan no a favor de la democracia, sino a favor de la destrucción de las estructuras del